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6 de febrero de 2014

Nuevo cráter en Marte

Marte, como cualquier cuerpo rocoso del sistema solar y de cualquier otro sistema planetario, es un objetivo potencial de impactos meteoríticos. En el caso de Marte, se crean unos 200 nuevos cráteres cada año y algunos de estos impactos son muy llamativos, como el que publicó ayer la NASA.

Nuevo cráter de impacto hallado en la superficie de Marte. Créditos: NASA/JPL/La Universidad de Arizona.

La imagen de la cámara HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment) a bordo del MRO (Mars Reconnaissance Orbiter) de la NASA muestra una gran zona de impacto con líneas radiales y materiales secundarios que han salido disparados alrededor de un cráter de aproximadamente 30 metros de diámetro.

La explosión producida ha expulsado materiales incluso a 15 kilómetros de distancia. Debido a que el terreno donde se formó el cráter está cubierto de polvo, el cráter aparece de color azul en la imagen de color mejorado debido a la ausencia de polvo rojizo.

Imagen en blanco y negro de la zona del impacto. Créditos: NASA/JPL/University of Arizona.

Esta nueva cicatriz del planeta rojo apareció en algún momento entre julio de 2010 y mayo de 2012. Al detectar el impacto, los científicos comenzaron a adquirir imágenes el pasado 19 de noviembre.

Como véis, el sistema solar aun nos puede sorprender con estos impactos. Suerte que nosotros tenemos atmósfera que nos proteje de impactos menores como éste producido en Marte.

Fuentes:

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18 de diciembre de 2012

¿Fin del mundo? No, gracias

Tenía ganas de que llegaran estas fechas: El fin del mundo. Es un tema recurrente y muy jugoso para publicidad, revistas e incluso hay quien se lo cree muy seriamente.

Pero tengo una duda: cuando hablan del fin del mundo, ¿a qué se refieren? ¿Fin del ser humano, de la vida en la Tierra, del planeta, del Sistema Solar, del Universo?

Recreación artística del impacto de meteorito. Créditos: Don Davis.

Y... ¿qué será lo que acabe con todo? Se ha hablado de muchos episodios que van desde una lluvia de meteoros que acabe con todo en nuestro planeta hasta una explosión de supernova de una estrella cercana que arrase el Sistema Solar, pasando por terremotos o agujeros negros.

Pero hay otros que son más surrealistas como por ejemplo:

"El mundo se va a acabar y si no envías este mensaje a 50 personas todo será culpa tuya".

Siempre que he recibido algún correo electrónico de este tipo me gusta leerlos hasta el final para ver cuál de ellos dice la barbaridad más grande. Me hacen gracia.

Ya sean meteoroides sueltos por el Universo que impacten contra la Tierra, explosiones de supernova, llamaradas solares... Todos estos fenómenos astronómicos son predecibles, unos con mayor antelación que otros.

Aunque la mecha se encendió cuando alguien malinterpretó un calendario maya donde, haciendo las pertinentes conversiones, vaticinó que el 21 de diciembre de 2012 se acabaría el mundo. Aunque dicen los expertos que tan sólo es un cambio de ciclo.


Pero estoy seguro que los mismos que predijeron el fin del mundo, y viendo el día 22 que todo sigue igual, achacarán su error a que se les olvidó tener en cuenta cualquier factor y pondrán la fecha en otro momento, eso sí, me pregunto si serán lo suficientemente inteligentes para ponerla tan suficientemente alejada que ninguno de los que estamos aquí podamos comprobarlo.

En fin, no me quiero alargar más en un tema que para mí no tiene trascendencia. Tan sólo quería hacer una pequeña reflexión al respecto.

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9 de marzo de 2011

Un poco de rigor, por favor

Meteorito GRA 95229. Créditos: Arizona Board of Regents
Vaya por delante que sin ser un experto ni en Geología ni en Biología, me considero defensor de la teoría de la litopanspermia en la medida que las caídas de meteoritos pudieron acelerar la aparición de la vida inyectando ingentes cantidades de calor y moléculas esenciales, tal y como apunto en el post que publiqué en el blog Cosmo Noticias.

Recientemente han sido publicadas varias noticias sobre el estudio de varios meteoritos procedentes de asteroides donde dicen haber hallado vida. Pues bien, seré claro: en mi opinión, es falsa. ¿Por qué? Los motivos son varios, pero todo comienza por una mala praxis en la investigación no atendiendo a protocolos ni de  Geoética ni de Protección Planetaria para analizar las rocas procedentes del espacio.

Como precedente, en 1996 el investigador de la NASA David McKay publicó en la revista Science que encontró trazas de vida en un meteorito de procedencia marciana. Pero finalmente, la tecnología dictó que el meteorito fue contaminado con material biológico procedente de nuestro planeta, obteniendo pues lo que se conoce en Protección Planetaria como un falso positivo.

Pasados 15 años de esta noticia, la semana pasada Richard Hoover, otro científico de la NASA, publicó un artículo en Journal of Cosmology, revista de dudoso rigor científico, en el que dice haber encontrado restos fósiles en diversos meteoritos asteroidales. P. Z. Myers, biólogo de la Universidad de Minnesota, tiene publicada en su blog una clara opinión sobre esta revista, diciendo que "consiste en un rudimentario y feo sitio web que parece que fue absorbido por un agujero de gusano en la década de 1990, y publica grandes cantidades de ruido vacío sin una sustancial restricción editorial". Cabe destacar que la propia agencia espacial americana se ha desvinculado del estudio de Hoover diciendo en un comunicado que "la NASA no puede apoyar una afirmación científica a menos que haya sido revisada por sus colegas y profundamente examinada por otros expertos cualificados". 

Jesús Martínez Frías, del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), me comentó que "llama la atención que (...) se elija una revista que no forma parte del circuito científico clásico". Seguramente Hoover sabía de antemano que no lo publicarían en revistas de prestigio debido al poco rigor científico de los análisis. Por otra parte, Carlos Briones, también del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) me dijo que "desde el principio ya me sonó a contaminación evidente". Además, para Martínez Frías hay otro punto muy importante, ya que "utiliza como biomarcadores minerales como los carbonatos y la magnetita -que en todo caso podrían ser geomarcadores de actividad biológica- y es muy extraño, como indica el autor, que la vida crezca en un asteroide pues, además de no explicar cómo, todos los modelos parecen indicar que los meteoritos más plausibles -en los que podría haber vida- serían los planetarios, pues la vida también requiere para su desarrollo una vitalidad geológica".

El artículo de Hoover podría teñir de sensacionalista la teoría de la litopanspermia y, tanto artículos poco rigurosos de este estilo como revistas del tipo Journal of Cosmology, pueden desvirtuar grandes investigaciones como la publicada recientemente por Sandra Pizzarello et al. en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) donde se muestra un estudio del meteorito GRA 95229 caído en la Antártida que pudo plagar nuestro planeta de grandes cantidades de amonio, pudiéndo así acelerar el proceso de creación de vida. ¿Cuál es la diferencia? Que el artículo de PNAS sí que ha pasado todos los controles de los árbitros de la revista para asegurar el rigor de la investigación y, además, ésto si que sigue el rumbo de la litopanspermia.

Si hubiese un hallazgo convincente que ofrezca presencia de fósiles de microorganismos en meteoritos, cualquier revista científica estaría dispuesta a publicar el descubrimiento, que por otra parte, marcaría un antes y un después en la Historia de la Vida. Pero, por desgracia, siempre nos encontramos artículos carentes de solidez científica; por suerte, gran parte de la comunidad científica está concienciada y no duda en tomar cartas en el asunto para desmentir todos estos artículos que no hacen más que manchar el mundo de los que queremos hacer buena ciencia.

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